Alex Song jugó en el FC Barcelona entre 2012 y 2014. (Foto: AFP)
Alex Song jugó en el FC Barcelona entre 2012 y 2014. (Foto: AFP)

Más sincero imposible. Llegó en el 2012 procedente del Arsenal al, pero no atraído por LaLiga o por la posibilidad de jugar al lado de Lionel Messi, Xavi Hernández o Andrés Iniesta. De hecho, se la pasó más tiempo en el banquillo que dentro del campo, aunque eso para él fue siempre lo de menos. , jugador camerunés, ha confesado que fichó por el club azulgrana solo por dinero.

En un directo de Instagram de la estrella de la NBA, Pascal Siakam, el centrocampista de 34 años confesó cuáles fueron sus verdaderas motivaciones para aceptar ir al Camp Nou, y aseguró que “la mayoría de futbolistas viven por encima de sus posibilidades”.

Estuve en el Arsenal durante ocho años, pero solo comencé a ganarme bien la vida en los últimos cuatro. Eso fue porque mi salario subió mucho, pero también porque me di cuenta de lo malgastador que era”, dijo Song.

Tras ocho años en el Arsenal, donde según él, no pudo ahorrar “ni siquiera 100.000 euros”, Alex Song decidió aceptar una oferta del Barcelona, donde le habían advertido que no sería titular y tendría pocos minutos en el campo, pero que sería millonario. Aceptó de inmediato.

Conocí al director deportivo del Barça y me dijo que no jugaría muchos partidos, pero no me importó, sabía que ahora me convertiría en millonario. No me importaba una mierda ser un calientabanquillos en el Camp Nou por el dinero que ganaba”, sentenció.

Compró el mismo auto que Henry

El camerunés, que ahora juega el A. S. Arta/Solar 7 de la Primera División de Yibuti, reveló una anécdota en el Arsenal con Thierry Henry, de quien copió el mismo auto, pero que tuvo que devolver solo dos meses después.

Iba al entrenamiento y veía a Thierry Henry, el ‘Rey’, aparecer en con una auténtica joya de coche. Me dije a mí mismo que quería el mismo automóvil a toda costa. Fui al concesionario, firmé los papeles y el préstamo, y así tuve el mismo auto que ‘The King’”, revela Song.

Aunque el gusto le duró poco. “Pero te juro que lo tuve que devolver dos meses después. Todo mi dinero se estaba gastando en llenarlo de gasolina. Les dije: ‘Denme un Toyota, este coche es demasiado para mí’”.


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