Lima, 6 de noviembre  del 2022 

Partido de futbol por la semifinal, partido de vuelta, de la Liga 1 entre Sporting Cristal y FBC Melgar en el Estadio Nacional en Lima.

Foto: Jesœs Saucedo / @photo.gec
Lima, 6 de noviembre del 2022 Partido de futbol por la semifinal, partido de vuelta, de la Liga 1 entre Sporting Cristal y FBC Melgar en el Estadio Nacional en Lima. Foto: Jesœs Saucedo / @photo.gec

Lo que ha vivido en la recta final de la es lo más parecido a una montaña rusa de emociones, donde en un momento estás en lo más alto del circuito y al siguiente segundo rozas el piso con una velocidad impresionante para tomar impulso otra vez. Es un vaivén de pulsaciones que cumple los principios básicos de la física -todo lo que sube baja y vuelve a subir-, y refleja el presente del ‘Dominó', que está por jugar la final contra y sumar el tercer título nacional de su centenaria historia.

Ha sido una montaña rusa porque a Melgar le tocó estar arriba y abajo en poco tiempo. Tomó altura cuando alcanzó la semifinal de la Copa Sudamericana y compitió a nivel internacional; luego se fue de cara cuando perdió la clasificación directa a la final de la Liga 1 con las derrotas ante Atlético Grau y Alianza Atlético; y hoy sube otra vez con prisa tras recuperar reencontrarse con su mejor versión y despachar a Sporting Cristal en las semifinales.

Lo ocurrido con el ‘Dominó' fue precisamente eso: un reencuentro consigo mismo, con su juego, con su identidad, con ese equipo que eliminó a Racing, a Deportivo Cali y al Inter de Porto Alegre, un colectivo versátil, un grupo consciente de sus limitaciones y engrandecido por sus aspiraciones. Fue ese equipo capaz de regalar la alegría más intensa o la tristeza más profunda, un pelotón que se perdió en el camino y regresó a tiempo para dar pelea.

Melgar recuperó esa memoria que lo hizo ganador en la Copa Sudamericana. Y ocurrió en el momento justo, cuando la incertidumbre y la piconería ganaban terreno en un equipo que nunca necesitó de eso para superar rivales. Los errores y malos resultados son parte del fútbol; pero Lavallén prefirió mirar al costado que a sí mismo y quejarse mediante teorías conspiranoicas que suponían dejarlo fuera de la final para favorecer a otros. Ese discurso le duró dos partidos como mucho, y luego se dio cuenta de que el equipo necesitaba un respiro, soltar las piernas y descansar, o por lo menos bajar la intensidad.

Lavallén corrigió de manera acertada. Quizá por la presión de jugar los playoffs o por una auténtica reflexión. Se apoyó en los suyos para superar con autoridad al Sporting Cristal de Roberto Mosquera. Y lo hizo con base en ese juego solidario y agresivo, en esa solvencia de sus defensores Deneumostier y Galeano, en el orden y equilibrio de su mediocampo con Orzán, Arias y Pérez Guedes, y en la eficacia de sus delanteros Iberico y Cuesta. Melgar nunca tuvo que buscar afuera lo que siempre tuvo adentro.

Con entrega, corazón y unión, el ‘León del Sur’ rugió fuerte en el Estadio Nacional y se comió al subcampeón del año pasado. Le metió cuatro goles, y tres de ellos fueron de Iberico, el artillero precoz que vivía en una combi y admira a Zlatan Ibrahimovic. Ahora, con ese envión anímico de saber ganadores, de reconocerse capaces y superiores, buscará en la final de Arequipa tumbarse a Alianza Lima, el vigente campeón del fútbol peruano.

No importa si Campos es uno los arqueros menos batido, si Vílchez es el mejor defensor central del torneo, tampoco si Ballón es el eje del equipo rival, mucho menos si Lavandeira está ‘enchufado’ en el mediocampo ni si Barcos está en su mejor momento de cara al gol. Hoy solo importa dar ese paso final en 180 minutos. Primero en Arequipa y luego en Matute. Melgar tiene con qué pelear. Ya lo hizo en la Sudamericana y en la semifinal. Está arriba otra vez en su montaña rusa de emociones, aunque en esta ocasión con mayores argumentos para convertirse en el cuarto grande de nuestro balompié.

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