Ni sus familiares, entorno más cercano o hasta el mismo imaginaría que el taekwondo lo flecharía. Un amor a primera vista, como de esos casos que se desarrollan en una telenovela o en una película de Hollywood. Eso fue lo que vivió Aldair Escobar, cuando a los siete años se colocó el uniforme de este deporte de contacto, en el que se ha trazado un sinfín de objetivos.
Con el pasar del tiempo, con la participación en diversas competencias por todo el país, Escobar ganó mucha experiencia. El talento lo acompañaba por esos primeros recorridos con el taekwondo, pero sorpresivamente, el joven Aldair encontró su otra vocación, la de instructor. Su amor y su pasión por esta disciplina no solo lo limitaron a ser solo un destacado taekwondista, sino también en convertirse en profesor.
Es más, actualmente, con 23 años, Escobar ha cumplido uno de sus principales objetivos, el de masificar la práctica del taekwondo en el país y eso lo hace a través de su propia academia, donde entrena a niños (desde los 4 años) hasta a adolescentes (16 años). Por ese motivo, Depor conversó con él para conocer a detalle su historia.
FUERZA PARA GANAR
Aldair Escobar conoció el Taekwondo por una decisión de sus padres. Su hiperactividad le estaba empezando a dar problemas de conducta en el colegio. Fue a raíz de ello que ambos deciden inscribirlo en un taller de taekwondo, sin saber exactamente de lo que se trataba o en qué se basaba exactamente esta disciplina deportiva.
“Solo vieron un uniforme y un cinturón, así que asumieron que ello me iba a dar disciplina”, nos comenta Escobar durante el Premio Nacional de la Juventud, al que fue invitado por la Secretaria Nacional de Juventud (Senaju), del Ministerio de Educación (Minedu).
Aldair nació y creció en el distrito del Rímac, un hogar dónde tanto él como sus padres y su hermana menor tuvieron que dar su mejor esfuerzo para salir adelante. Es verdad que nadie le regaló nada a Escobar, pero el taekwondo sí le dio y le continúa dando mucho. Él vio este deporte como una herramienta de cambio social, por lo que durante su paso como taekwondista, se animó a ir más allá e inauguró su propia academia.
“En el 2014, mi profesor me motivó a abrir una academia y la idea era enseñar a niños y jóvenes. Le pusimos Kumiho porque es el nombre de un animal mitológico de Corea del Sur, país donde nació el taekwondo”, nos comenta. En realidad el nombre completo es Kumiho - Martial Arts Academy, un lugar donde niños y adolescentes comparten gratos momentos.
Y es que su paso como deportista siempre ha sido destacado, tanto a nivel nacional como internacional. No solo de forma individual, sino también como seleccionado nacional. A la par, también compitió en los Juegos Mundiales Universitarios Nápoles 2019 (Italia). “Lamentablemente no pude traer una medalle, pero cumplí uno de mis sueños”, sostiene.
Él tiene muchas ganas de seguir creciendo y su edad es un gran alíado. Con 23 años ha venido cumpliendo grandes objetivos y admite que tiene muchos más, siempre representando de la mejor manera al Perú. Como se sabe, el sueño más grande de todo deportista es clasificar a unos Juegos Olímpicos, por lo que París 2024 también está dentro de los retos de taekwondista rimense. No obstante, su otro enfoque también es la dirección técnica, la cual nunca deja de lado.
“El sueño de representar a Perú está intacto no solo en unos Juegos Olímpicos, sino en cualquier evento deportivo. He aprendido a aceptar que no todos nacemos para llegar a los Juegos Olímpicos, Juegos Panamericanos, Juegos Suramericanos, entre otros más, pero sí todos podemos hacer deporte. Ahí es donde nace mi otra vocación”, explica sobre su idea de masificar en todo el territorio este deporte de contacto.
NADA AL AZAR
A la par de sus entrenamientos, de su vocación como entrenador en Kumiho - Martial Arts Academy, Aldair Escobar estudia dos carreras universitarias. ¿Y el tiempo? Él mismo admite priorizar algunas de sus actividades, donde el orden es el pilar más importante para salir airoso de ese combate.
“Estudio Ingeniería Electrónica y, paralelamente, Ingeniería Industrial (Universidad Mayor de San Marcos)”, comentó. Pero eso no es todo, también busca brindar un granito de arena a la comunidad desde su posición de soldad, ya qe en el 2020 ingresó al Ejército del Perú.
“Uno de mis sueños siempre ha sido ser militar, voy casi un año y medio, y este año salgo como licenciado de Fuerzas Armadas”, contó con una sonrisa Escobar.
Y es que la fuerza y la actitud gladiadora que le ha brindado el taekwondo y su perseverancia se pusieron a prueba también en los momentos más duros de su vida, exactamente a finales del 2020.
“Hubo un accidente de tránsito, producto de imprudencia de otro conductor, lo que provocó que mi vehículo diera tres vueltas de campana conmigo adentro”, comenta recordando el trágico momento. “Tuve que aprender a caminar, correr, porque me lesioné el tobillo, la rodilla y la parte cervical de la columna”, añade.
Ese ha sido uno de sus últimos obstáculos y Aldair se prepara con entrenamientos, libros, pero sobre todo con una sonrisa, para los nuevos desafíos que se presenten en un futuro. Su alegría y ganas de salir adelante no tiene límites y espera seguir por esa línea, pues aún tiene mucho camino por recorrer.
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