"Mamá, ¿por qué gritas tanto?", pregunta Oziel, de 10 años, a Thalía Mallqui. Ella explica que realmente se emociona cuando lo ve luchando en el colchón. "Aún es pequeño y recién se está iniciando en la lucha. Cada vez que lo veo competir para mí es algo nuevo, nunca sé lo que hará, por eso filmo y grito como loca".
Ese es el otro lado de Thalía, peruana de 32 años que ya le había regalado al país 32 medallas (19 de oro, siete de plata y seis de plata), y que ahora se quedó con el bronce en la categoría 50kg. de lucha libre en Lima 2019. Su vida son horas (y más horas) de entrenamiento, pero todo gira en torno al pequeño Oziel.
Ganaste y fue un momento muy emotivo, ¿qué pasaba por tu cabeza?
Lo primero que hice al ganar y bajar del colchón fue buscarlo por todos lados. Sabía que estaba ahí, lo encontré y lo abracé. También a mi mamá y a mi cuñada. Estoy agradecida con ellas porque son las que cuidan a mi hijo, sé que está en buenas manos y puedo entrenar tranquila. Realmente estaba muy feliz.
¿Cómo ser luchadora de alto nivel y madre al mismo tiempo?
Siempre trato de organizar mi tiempo para no descuidar a mi familia. Me levanto muy temprano para entrenar. Regreso a casa para cocinarle a mi hijo. Almuerzo junto a él, descanso y vuelvo a entrenar.
¿Cómo ha sido tu rutina previa a esta competencia?
Hace un año entreno a doble horario y los últimos dos meses estuve fuera de casa. Es difícil estar lejos porque extrañas a los que quieres. No basta con hablar por teléfono o hacer videollamada, pero todo ese sacrificio valió la pena.
También luchaste contra una lesión en el hombro...
No fue fácil operarme porque cabía la posibilidad de que lo llegase a estos juegos, pero todo se calculó bien. Puse todo de mí y más del cien por ciento para estar.
Ya con la cabeza más fría, ¿cómo analizas tu participación?
Fue buena, aunque no llegué a la final que era mi objetivo. Sé que di lo mejor de mí y sea cual sea el color de la medalla tiene mucho valor, no cualquiera puede tener una medalla. Esta me emociona más porque defendí la casa.
Había mucha gente alentándote, eso puede jugar a favor o en contra...
En la primera pelea me desconcentré. Para mí era muy difícil sentir la presión de la gente, el público, es un poco complicado. No escuchaba a mi entrenador. En la segunda pelea pude controlarlo mejor.
¿Cómo fue ese último combate con la ecuatoriana Jacqueline Mollocana?
Fue muy complicado porque ella era muy fuerte y más alta que yo y tenía más alcance, pero entré con todo. Tenía que agacharme más y hacer diferentes técnicas, seguí el plan y las indicaciones previas.
Y ahora vas por Tokio 2020...
Sí, me enfocaré en eso, este es el momento. Debo buscar la clasificación en algunos torneos. El primero es este año en el Mundial, van los seis mejores. Después hay un Panamericano y clasifican otros tres, entre otros torneos más.
Thalía es luchadora profesional, estudiante de ingeniería química, esposa del luchador Abel Herrera, pero sobre todo, madre de Oziel. "Mi hijo me dijo que estaba muy orgulloso y que me amaba mucho", contó Mallqi. Obvio, esas palabras fueron su medalla de oro.
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