El Honda Center de California se rindió ante Francis Ngannou, luego de su contundente victoria ante el francés Ciryl Gane por decisión unánime en el UFC 270. El camerunés dejó la potencia de sus puños y se lució con wrestling para quitarle el invicto al galo. Con ello, se proclamó campeón unificado de peso completo y así dejó en claro quién es el que domina la máxima división.
Y aunque ahora todo es alegría, la historia del camerunés no siempre fue así. El primer africano campeón de peso pesado de UFC vivió momentos muy difíciles en su carrera. Francis Ngannou, de 35 años, se forjó a base de perseverancia y sacrificio, mucho sacrificio.
Ngannou, al igual que muchos africanos, trabajó desde muy pequeño (12) en Batié, Camerún. Él ayudaba a picar rocas para abrir caminos en las colinas de su pueblo. Lo hizo por 10 largos años, pero sin importar cuánto trabajaba, al final de día apenas podía alimentarse.
Intentó buscar otros empleos como descargando camiones, pero todo le resultaba lo mismo. Podía haber trabajo, pero no dinero. Ngannou se sentía atrapado en la monotonía y la miseria de tener que trabajar tanto para tan poco.
En ese momento, en el que parecía que su vida no tenía sentido, se puso por primera vez unos guantes. En ese instante, supo que su destino sería ser luchador profesional, pero no tenía dinero y sabía que sin dinero no se podía entrenar.
Entonces vio la película ‘300′, donde 300 espartanos se enfrentaron a todo un ejercito que los superaba ampliamente en número. Aunque fue solo una película, Ngannou comprendió que cuando las adversidades son más difíciles, el éxito está cada vez más cerca.
Después de eso, todo fue diferente para él. Se mentalizó en que tenía que ser peleador profesional, junto su dinero y salió de Camerún con rumbo a París, Francia. Irse a Europa no fue fácil, no conocer a nadie le costó, pero sabía que ahí podía encontrar un gimnasio donde entrenar y así poder ser un campeón.
Pero todo fue aún más duro. Con 26 años, Ngannou no encontraba nada y vivías en las calles, pero gracias a una ONG pudo sobrevivir. Con el paso del tiempo, se fue haciendo amigos de los dueños de los gimnasios, quienes lo dejaban entrenar.
Fueron momentos duros, pero un trabajo como seguridad en una discoteca le dio ese impulso y motivación que por ratos se ponían en duda. Con este empleo, Ngannou podía pagarse un cuarto y seguir entrenando. Por primera vez, el camerunés sintió que su vida estaba yendo por buen camino.
Entonces miró los videos de Mike Tyson y supo que tenía que ser como él. La fuerza en sus puños, velocidad y movimientos eran características que Ngannou aplicó en sus entrenamientos. Ya en este tiempo conoció a Fernand López, quien era dueño de un gimnasio y a la postre sería su entrenador.
Por ver las peleas de Tyson, Ngannou quiso ser boxeador, pero López le hizo cambiar de idea y lo llevó al mundo de las artes marciales mixtas, donde pueda demostrar todas sus habilidades y no se equivocó. Desde su debut en 2013, el africano demostró lo letal que puede ser en la jaula.
Ngannou consiguió importantes triunfos por Europa y su nombre llegó a oídos de Dana White. El dueño de UFC lo vio luchar y no dudó en contratarlo. Y en su primera pelea, demostró su fuerza: noqueó a su rival. Su nombre creció en la división a tal de punto de convertirse en retador al cinturón de Stipe Miocic. Sin embargo, la inexperiencia en combates de gran magninutd le pasó factura.
El camerunés sufrió su primera derrota en 2018 y en su siguiente combate también cayó, acumulando una racha negativa de dos combates. Ngannou sacó fuerzas y no se rindió, rehizo su camino y volvió a medirse contra Miocic el año pasado. Finalmente, pudo cobrarse revancha y ganar por primera vez el título de peso pesado de UFC.
El sábado por la noche, reiteró por qué es el mejor de la divisón, acabando con el invicto de Ciryl Gane, campeón interino de la división. Y aunque se dice que fue el último combate de su actual contrato, Francis Ngannou espera seguir en la organización, pero con un mejor sueldo. En caso de no ser así, ha dejado en claro que le gustaría boxear. Sea cual sea su destino, queda demostrado que el ‘Depredador’ causa impacto a donde vaya.
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