En un Mundial de Atletismo que estuvo plagado de sorpresas y tristezas, la estadounidense Inika McPherson llamó la atención del publico en general por su llamativo aspecto. Es que la atleta de salto alto cuenta con más de 30 tatuajes en todo su cuerpo y en más de una ocasión ha competido con la cara pintada.
En Londres su presencia se dio a conocer porque accedió a la final de su modalidad. Sin embargo, en su país ya es todo un personaje, pero no solo por su estilo, ya que en 2014 dio doping positivo por cocaína, lo que la mantuvo fuera de las pistas por 21 meses, para recién regresar en Río 2016.
Por el lado de sus tatuajes, una de sus principales obras es la imagen de Betty Boop, en homenaja a su madre. Durante su infancia, la atleta acompañaba a su mamá al trabajo (era enfermera) y mientras la esperaba miraba el famoso dibujo.
"Mi madre fue un gran ejemplo de cómo tratar a la gente y amar incondicionalmente", dijo McPherson cuando le consultaron sobre la caricatura que lleva en su piel. "Me enamoré de la independencia de Betty Boop, pero sobre todo de los momentos y recuerdos que siempre tendré y aferraré a mi madre", agregó.