El espectáculo de Usain Bolt llegó a Brasil el lunes. Y su última escena pintó de cuerpo entero al velocista.
Después de hablar sobre su vida, el atletismo y los Juegos Olímpicos de Río 2016 —los últimos de su vida, según insistió_, el velocista jamaiquino sacó su teléfono celular y empezó a tomarse selfies mientras bajaba del podio rodeado por más de una decena de bailarinas de samba con tocados y poca vestimenta.
La tarde con Bolt incluyó tambén su ahora inmortalizada pose, unas cuantas preguntas en tono serio sobre las competencias y el dopaje, y un reportero que afirmó no tener una pregunta pero subrayó "realmente te adoro, hombre".
En su preparación para los Juegos de Río, sus piernas no le han respondido tan bien. Se retiró de los campeonatos nacionales el mes pasado con dolencias en tendón de la corva, que ha tratado de rehabilitar a tiempo para dar una exhibición brillante en Brasil.
Bolt no ha descartado la meta que se fijó hace mucho tiempo —la de mejorar su récord de 19,19 segundos en su carrera favorita, los 200 metros.
Desde hace mucho ha dicho que le gustaría mejorar esa marca, que durante 12 años se mantuvo en 19,32 segundos antes de que el jamaiquino la rompiera en Beijing 2008. Quiere llevarla al rango de los 18 segundos.
Pero la lesión de pierna con que llega a Brasil hace que la meta sea más difícil de lograr.
Bolt toma la pista el sábado para las preliminares de los 100 metros planos. En caso de coronarse en los 100 y 200 metros y en los relevos 4x100, tal como lo hizo en los dos últimos Juegos, pondrá fin a su carrera olímpica con nueve preseas de oro.
Por el momento todo es cuestión tanto del espectáculo como de los resultados, y Bolt habló mucho al respecto el lunes.
"Definitivamente soy un velocista primero, pero me gusta divertir", afirmó. "Eso es lo que la gente viene a ver. Les encanta cuando hago locuras. Trato de diverir y hacer las cosas diferentes, ayudar a la gente a disfrutarlo".
Al hacerlo, ha destruido la imagen de atleta taciturno y evasivo que por décadas han mostrado los velocistas —y también ha ofrecido una necesaria ráfaga de aire fresco a un deporte devorado por los escándalos de dopaje que han dominado los titulares previos a las justas de Río.
"Creo que vamos en la dirección correcta", señaló. "Debo decir que estamos erradicando a los malos. Pienso que la gente debería tener fe. Tenemos que pasar por malos momentos antes de disfrutar de los buenos".
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