Demostrado queda que es una imprudencia poner a tu entrenador en la puerta de salida sin tener un recambio preparado. Bartomeu y su directiva siguen empeñados en confirmar que su gestión es un despropósito basado en la improvisación, avergonzando al mismo tiempo a todos sus seguidores por las formas empleadas y por la falta de proyecto.
Se ha maltratado públicamente a Valverde, un profesional que a pesar del menosprecio recibido no deja ni un mal gesto. Solo el tiempo, como suele pasar, hará justicia y pondrá en su sito su conducta impecable.
Tras la debacle de Liverpool, la continuidad de Valverde tembló, pero Bartomeu no se atrevió a desautorizar a los pesos pesados de la plantilla y no dio el paso de poner punto y final a su etapa en el club, como debería haber sido. La falta de liderazgo y de proyecto del presidente siguió y quizás por eso, mitos como Puyol, Xavi o Koeman decidieron declinar sus ofertas y no participar ni de su juego sucio ni de semejante exhibición de movimientos equivocados. El caos propulsado por esa cúpula directiva no solo está poniendo en riesgo los objetivos del club a corto y largo plazo sino que está ensuciando una imagen que el Barça se había ganado a base de títulos y, sobretodo, de buen fútbol.
La llegada de Setién, discípulo futbolístico de Cruyff, es la primera buena noticia después de 4 días esperpénticos. Con él, se cierra la carpeta del entrenador, pero se abre, de nuevo, la de la presidencia.
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