Tiene 39 años, pero el gol sigue siendo su obsesión como desde el primer día. En las últimas horas, en el clásico ante la Universidad de Chile, Esteban Paredes no solo se convirtió en historia de Colo Colo, sino de todo el fútbol chileno. Con su tanto –que sirvió para que el ‘Cacique’ gane 3 a 2 a su rival de toda la vida–, el ‘Tanque’ se convirtió en el máximo goleador del deporte rey en su país superando, con 216, los 215 que compartía con el ‘Chamaco’ Valdés.
Pero su historia junto a la ‘pelotita’ viene de mucho tiempo atrás. Él era solo un niño, pero su pasión hacia que vea los goles hasta en sus sueños. Sí, contaba su madrastra Marisol Velásquez que, cuando jugaba en la sub 12 de Audax Italiano, el pequeño Esteban se levantaba para patear una pelota en la sala de su casa.
“Los vecinos me preguntaba qué eran los ruidos que escuchaban en nuestra casa”, agregaba ella con una sonrisa en el rostro al diario chileno La Tercera. Pero aunque el amor de su hijastro llegaba hasta esos límites, ella nunca vio tan clara que se convirtiera en una estrella de su país, a diferencia del padre que siempre lo tuvo claro.
No era por mala onda, sino por lo que a algunos llaman ‘realistas’. “Había demasiados chicos con talento para pensar en que él sería el elegido”, contó, aunque con el paso de los años se convirtió en su fanática más devota. Eso la llevó a conseguir una colección completa de todo lo que salía del delantero en los diarios deportivos.
Y es que la unión de su familia siempre fue muy fuerte. “Le regalé una camioneta Chevrolet cuando cumplió 18 años y jugaba en Santiago Morning”, cuenta su padre, a quien Paredes siempre consideró como un referente. Su admiración era tanta que cada vez que terminaba un partido –incluso cuando estuvo en México– llamaba a su ‘viejo’ para recibir la crítica ‘constructiva’.
Olfato de goleador
El arco era lo suyo, pero el del frente. Por eso, cuando tenía 16 años y practicaba el deporte con el equipo de la Franja Juvenil, los dirigentes lo pusieron como arquero para ver sus habilidades. “Le hicieron un gol y en un momento salió desde el fondo, se llevó a todos y anotó el empate. Luego lo pusimos como jugador de campo y terminó de confirmar la remontada. Ganamos 4-1”, contaba uno de los entrenadores de aquel equipo, al que Esteban recuerda con mucho cariño.
Aunque ya no vive en Cerro Navia, el histórico ‘9’ colocolino cada vez que visita su antigua casa es uno más. “Ve que estamos haciendo choripanes para todos y aporta una ronda más”, cuentan a La Tercera las personas que lo conocen desde que era un niño. Lo mismo con los aportes al club, que ha recibido donaciones del futbolista para seguir remodelando la institución.
Hace cinco años, bromeaba en que podría romper la cifra que, ante el clásico rival, consiguió. “Con el ritmo que voy, puedo llegar. Trataremos de estar a la altura”, dijo Paredes sobre el posible hecho histórico de superar a ‘Chamuco’ y, al final, lo logró.
Aunque es meramente estético –y cómodo–, la peculiaridad es que el jugador de Colo Colo anotó sus últimos goles con unos chimpunes diferentes. Estos eran más ergonómicos y se adaptaban a sus pies para que se sienta más ligero en todas las canchas de Chile, en las que ya juega como en el jardín de su casa.
Está por cumplir los 40, pero ya puede respirar tranquilo. Su nombre no solo es coreado en el estadio de su equipo, sino que será recordado en cada ciudad por la que pasó. De soñar con una pelota de fútbol a hacerla su mejor aliada hubo algún tiempo de diferencia, pero seguro que valió la pena.
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