Era agosto del 2003, y el Estadio José Alvalade de Lisboa estaba listo para estrenarse. La ocasión ameritaba un gran duelo, y así fue. El local, Sporting, recibía al Manchester United del exitosísimo Sir Alex Ferguson, quien venía de ganar la edición 2002/03 de la Premier League, algo rutinario en él (ganó 13 en 21 años).
El partido, inesperadamente, acabó 3-1 a favor del cuadro luso, pero no todo fue felicidad para la hinchada de los ‘leones’. Con una soberbia actuación –una más–, la joya más preciada de la cantera verdiblanca había sellado su traspaso al equipo rival de aquella noche. Su velocidad y habilidad con el balón, capaz de esquivar con facilidad a jugadores de la talla de Rio Ferdinand, Mikhail Silvestre y John O’Shea, convencieron a Sir Alex de ficharlo. ¿Quién era? Cristiano Ronaldo, de apenas 18 años.
Las siguientes seis temporadas para Cristiano Ronaldo en el Manchester United estuvieron repletas de títulos, tanto colectivos como individuales, cosa que no debe sorprender a nadie. Los ‘diablos rojos’ eran una máquina, cuyo mayor combustible era, justamente, el portugués, su extremo izquierdo.
Vertiginoso, atrevido y con un desequilibrio asombroso, el ‘7’ de Old Trafford tenía con qué abrir y cerrar un partido. Su regate desarmaba cualquier defensa en solo cuestión de segundos, y su disparo, de larga distancia especialmente, derrotó semana tras semana a arqueros como Jens Lehmann, Petr Cech y Pepe Reina.
De a pocos, con su llegada al Real Madrid y el pasar de los años, esa destreza en el uno contra uno y capacidad para aprovechar grandes espacios fue desapareciendo. Cristiano Ronaldo se alejó cada vez más de la raya –aunque no por completo–, pues aprendió a ser tan o más decisivo sin sus espectaculares fintas.
Su nuevo hábitat sería el área. Se siente a gusto ahí en esta etapa de su carrera y sus cifras lo confirman: consiguió tres Botas de oro en solo cuatro temporadas (2010/11, 2013/14 y 2014/15), con 40, 31 y 48 goles respectivamente.
Pero no es que Cristiano Ronaldo ahora sea un centrodelantero. El portugués, hoy en la Juventus, sigue irrumpiendo desde el lado izquierdo y termina, casi siempre, dentro del área para cabecear, o bordea la misma para rematar lejos, con su habitual diagonal. Su nueva manera de ver es más llegar que estar, aptitud aún más valorable tomando en cuenta que cumplirá 35 años en febrero.
En agosto de 2017, Cristiano Ronaldo, fue tajante con respecto a su posición dentro del campo. “Puedo asegurar que nunca jugaré de delantero centro. Es cierto que no soy el mismo jugador que hace diez años, cuando comencé a jugar en el Sporting, e incluso en el United, donde era un extremo puro que regateaba. Pensé: 'Tengo potencial para ser más que esto, tengo que jugar más cerca de la portería'”, señaló. Y tuvo razón.
Dentro de todo, los años con José Mourinho y Carlo Ancelotti en el banquillo merengue sí que potenciaron a Cristiano Ronaldo, quien, en este proceso de ‘reconversión’ de la raya al centro, consiguió sus dos mejores marcas goleadores en La Liga (46 en la temporada 2011/12 y 48 en la 2014/15). En el Manchester United, en cambio, su mayor cantidad de anotaciones en una campaña fue 31, en la Premier League 2007/08.
Para un aficionado del fútbol, que tanto disfrutó de sus temporadas en el fútbol inglés, es hasta nostálgico ver a este nuevo Cristiano Ronaldo, cuyas características lo asemejan cada vez más a un ‘killer’ del área que a ese wing de antaño. Eso sí, el portugués se ha vuelto un jugador completo en ataque, que domina todas sus facetas, teniendo la posibilidad de jugar de espaldas al arco contrario y con espacio por delante. La ‘Juve’, por mientras, seguirá teniendo a un jugador con hambre de gloria y, en especial, de goles.
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