Estadio Santiago Bernabéu. 22 de mayo del 2010. Final de Champions League.
Saque de meta. Pelotazo largo de Julio César a campo de Bayern Munich. Lo disputan dos argentinos: Diego Milito y Martín Demichelis. El primero, vivo, gana la posición y logra pivotear el balón hacia Wesley Sneijder. Con un control elegante y una pausa precisa, el '10' del Inter de Milán se la devuelve con la cara interna, al espacio, al 'Principito'.
Ante el asedio del portero Hans-Jorg Butt, el desesperado retroceso de Demichelis y el forzoso cierre de Holger Badstuber, Diego Milito hizo algo inesperado pero fundamental en cualquier aspecto de la vida: primero pensó y luego ejecutó. Con un ligero engaño, casi imperceptible, Butt se ‘regaló’ y el '22' de los 'neroazzurri' mandó el balón al fondo de la red. 1-0.
Minuto 70. Milito recibe solo en tres cuartos de cancha, levanta la cabeza y observa a Samuel Eto'o a su derecha. ¿El problema? Demichelis y Schweinsteiger están cubriendo al camerunés. No queda de otra que encarar al macizo Van Buyten: por fuerza no ganará y por velocidad tampoco. Tocaba nuevamente pensar, engañar.
Bien decía el periodista argentino Dante Panzeri: "el fútbol es el arte del engaño; arte de hacer lo que el adversario no espera". Milito hizo justamente eso. Condujo la pelota hacia la derecha y, con un letal enganche, dejó atrás a una de las dos torres bávaras. Solo, frente a la portería norte del Bernabéu, alzó la vista y la colocó al palo lejano. 2-0. El delantero se dirige, eufórico, a la tribuna. Mourinho, su DT, pide calma. La Champions League 2009/10 les pertenece.
En un ambiente tan volátil y desenfrenado como el que se vive dentro del fútbol, pensar un segundo de más, como Milito, es una habilidad difícil de encontrar. Muy escasa. Existe más inquietud por resultados –e inmediatos– que calma por un proceso. Y, con más razón, si se trata del Inter de Milán, 18 veces ganador de la Serie A, tres de Champions y una de la Copa Mundial de Clubes (por nombrar algunos títulos).
Desde aquel triplete conseguido en 2010, el club negriazul fue en decadencia, en caída libre. La vida post-Mourinho tuvo un desfile innumerable de entrenadores, como Rafael Benítez, Roberto Mancini, Claudio Ranieri y Walter Mazzarri, pero ninguno estuvo a la altura de la historia del Inter. Claro, hasta que llegó Antonio Conte, a fines de mayo de este año. O –al menos– eso esperan sus hinchas.
Luego que el Football Club Internazionale Milano se sienta ahogado en un mar de deudas (alcanzaban los 200 millones de euros), el multimillonario indonesio Erick Thohir asumió las riendas en 2013 con el fin de sacarlo a flote. Entre ese año y el 2018, en medio de pobres resultados y gestiones deportivas equivocadas, Thohir siguió en el cargo, hasta que el Suning Holdings Group, accionista mayoritaria del Inter desde 2016, tomó el poder con Steven Zhang como nuevo presidente.
De la mano del poderoso Suning Holdings Group y LionRock Capital, dueño minoritario desde enero del 2019, el Inter ha vuelto a entusiasmar a su gente de que aún es posible derrocar la hegemonía ‘juventina’ en la Serie A (ocho Scudettos consecutivos) y luchar en lo más alto de la Champions League 2019/20. Su amplísima billetera y grandes fichajes son dos sólidos argumentos detrás de esos objetivos.
Para empezar, los dirigidos por Antonio Conte se hicieron con los servicios de Diego Godín y los jóvenes mediocampistas Stefano Sensi y Nicolo Barella para reforzar dos posiciones en las que sufrió en exceso durante las últimas temporadas. El central uruguayo llegó en calidad de jugador libre tras su exitoso paso de nueve años por el Atlético de Madrid y, en el ideal de los casos, comandará la línea defensiva junto a Milan Skriniar y el holandés Stefan de Vrij, quienes ya jugaron en la primera fecha de la presente Serie A.
Adelante, Lautaro Martínez tendrá dos acompañantes de lujo: Romelu Lukaku y Alexis Sánchez. Por el belga, Inter le pagó al Manchester United un total de 65 millones de euros mientras que el chileno, relegado por Solskjaer en los 'Diablos Rojos', se quedará a préstamo hasta junio del próximo año. La delantera ‘neroazzurra’ mezcla talento, potencia y goles, muchos goles, incluso Lukaku arrancó la temporada con el pie derecho, anotando uno de los goles en la victoria 4-0 sobre el Lecce.
La inminente partida de Mauro Icardi, referente desde su llegada en 2013, significará una gran pérdida para las esperanzas goleadores del Inter, aunque gozan de un mediocampo con jugadores de buen pie, caso Brozovic, Vecino y Borja Valero, y extremos con facilidad para asistir, como Candreva, Asamoah y el recién llegado Valentino Lazaro, excompañero de Yordy Reyna en Red Bull Salzburgo.
Por el momento, el club de la capital italiana, ahora valorizado en 672 millones de dólares según la revista Forbes, ya piensa en la siguiente fecha de la siempre competitiva Serie A, donde visitará al modesto Cagliari. Eso sí, dentro de un mes el chip cambiará a 'modo Champions', para enfrentar al Slavia Praga y pavimentar el camino hacia una nueva clasificación a octavos de final, objetivo que no logra desde la edición 2011/12.
Quizás se cumplan las metas esta temporada, o quizás la próxima, pero el Inter atravesó la tormenta ileso y, tras casi una década, se encuentra a un paso de volver al primer plano internacional. Así como hizo Milito en sus goles consagratorios en la final del 2010, a veces vale la pena tomarse unos segundos de más –en este caso, unos años–, que la recompensa terminará siendo aún mayor que el tiempo perdido.
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