Mismo día, misma hora, mismo estadio y mismo árbitro. El 28 de noviembre era ya una fecha histórica para Alianza Lima, aunque no necesariamente una para celebrar, pero sí para aprender, sacar muchas conclusiones y cobrarse la revancha.
Aprendizaje que 365 días después de aquella dura tarde de sábado, exactamente hace un año, Ballón, Mora o el ‘Chicho’ Salas pudieron cambiar el llanto de impotencia a uno de alegría y reivindicación, pero sobre todo, de confirmación: el pueblo blanquiazul no es solo de Primera, es campeón.
A inicios de año, la incertidumbre rondaba Matute. Alianza se preparó para jugar en Segunda División, con futbolistas que decidieron quedarse para asumir su compromiso, otros que volvieron cuando más lo necesitaba el club, y un técnico que no le corrió a la presión y armó un gran grupo humano, antes que un equipo.
El fútbol es como la vida misma, y el mismo Estadio Nacional que había visto tocar fondo a los íntimos, un año después lo vio cobrarse la revancha y regresar a lo más alto, con un Barcos que es plausible, un Farfán que es explosión, un Míguez que es entrega, o un Campos que es un ángel.
Carlos Bustos entendió el mensaje, fijó un objetivo y armó un equipo que encontró en la solidez defensiva su principal arma y sello de esta temporada. Al tal punto que en las dos finales, Sporting Cristal jamás pudo abrir el marcador.
Alianza, el equipo que tradicionalmente se caracterizó por su juego ofensivo en 120 años de historia, cambió su estilo, se adaptó a sus propias circunstancias y encontró en el camino un sistema que le valió ser el cuadro menos batido en el año, ganar la Fase 2 ampliamente, y sumar su estrella número 24.
De La Victoria a la gloria nunca tuvo más sentido para los hinchas blanquiazules, cuyo premio no solo fue ver a su equipo campeón otra vez, sino hacerlo en las tribunas, una recompensa que trasciende a Alianza, y alcanza a todo el fútbol peruano.
Alianza Lima fue constante en el año, combinó e incluso cambió experiencia por juventud y la jerarquía que demostró también lo hace merecedor de este título. Hace un año, el hincha de íntimo lloraba; hoy también, pero los motivos son distintos. Y es así, siempre.
El 28 de noviembre, aunque no podrá ser borrado, ya no será recordado solo como el día que Alianza Lima perdió la categoría en cancha, sino como el día que un equipo que se preparó para ‘resucitar’, obró el milagro, y el fútbol que salió del pueblo, llegó a la cima.
TABLA DE POSICIONES
Aunque el Acumulado se quedó en manos de Cristal, con tres puntos más que Alianza, la gran Fase 2 de los blanquiazules le permitió estar en las finales. La segunda parte del año, los íntimos la ganaron con seis puntos de ventaja y a falta de dos jornadas.
LA CAMPAÑA
Como lo dijo el propio Bustos, hace nueve meses muchos se vieron las caras por primera vez. Luego de una Fase 1 con muchas dudas, los blanquiazules se fueron encontrando e hicieron sólidos en defensa, su principal arma a lo largo del año.
LOS QUE MÁS ANOTARON
No solo fue el líder dentro y fuera de las canchas, el ‘Pirata’ Barcos redefinió el concepto de edad, y con 10 goles guió a Alianza hasta el título. Goles claves, además, como el que le terminó dando el título a los íntimos.