Chile volvió a triunfar en una definición por penales para conquistar su segundo título consecutivo de la Copa América Centenario, nuevamente frente a una Argentina que llegará a un cuarto de siglo sin levantar un trofeo con su selección de mayores.
Todos queremos ganar una final y ambos equipos entendieron que la manera de ganarla es jugando. Empezaron asumiendo riesgos, intentado dominarse uno al otro a través de la pelota (siempre a ras de piso), presionando mucho y muy bien. Chile empezó a hacer una pequeña diferencia porque entiende que se presiona y combate a una velocidad y se sostiene la pelota a otra. Cuenta con más jugadores que se involucran en la posesión a diferencia de Argentina que no utiliza a sus laterales para intentar superioridad en la mitad de la cancha.
Salir jugando no es una moda, es tan antiguo como el fútbol mismo. Es una necesidad para poder tener ventaja en las lineas posteriores.
Es muy bueno que ambos entrenadores así lo entiendan y utilicen al arquero como el hombre libre para una salida clara.
En este aspecto, Bravo supera a Romero encontrando más veces al hombre libre en el medio o a los costados y utilizando muy poco el recurso de jugar largo sobre los delanteros.
Cuando ambos equipos quedan con 10 hombres, muchos creyeron que Chile perdía más con la expulsión de Marcelo Díaz que juega muy bien y hace jugar mejor a sus compañeros.
Argentina con la expulsión de Rojo pierde la posibilidad de presionar lejos de su arco. La pierde porque así como Messi atacando es equivalente a dos jugadores, defendiendo y con diez, Messi es uno menos.
Argentina, un poco mas retrasada, se esperanza a algún arrebato individual de sus hombres de ataque y ruega por una genialidad de Messi. Termina haciendo dos cambios de hombres más frescos que le permitan seguir aguantando mientras esperaban al mejor del mundo.
Así fue hasta el final del juego, hasta llegar a los penales. Penales que le terminan dando a Chile su segunda Copa América, confirmando así el buen momento de esta generación de futbolistas chilenos y agravando la sequía de títulos de la selección argentina, lo cual acentúa la absurda comparación Messi -Maradona.
LEE TAMBIÉN