Perdió. Palabra tan recurrente en el vocabulario futbolístico peruano. Incoherencias entre lo que se busca y cree, caminos que inician para ser truncados por falta de paciencia y resultados que son, finalmente, la cara latente de un país atascado en el tiempo.
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La noche del 9 de febrero del 2017 quedará grabada, por siempre, para el hincha de Universitario. Al no bastarle con ser derrotado, el conjunto crema dio todas las facilidades para ser humillado. Y así fue.
Deportivo Capiatá, a diferencia del encuentro disputado la semana anterior, presionó a la primera línea de volantes, cubrió los espacios a la espalda de sus laterales y demostró que, quien no evoluciona, no tiene chance alguna en el primer nivel.
Evolucionar, palabra tan compleja y significativa. El fútbol siempre está en constante cambio. Adaptarse al rival, sorprender con diferentes variantes y mostrar características que muestren trabajo hacen de un equipo lo que es, como demostraron los dirigidos por Diego Gavilán.
Y es que un equipo va más allá de sus futbolistas. Para entenderlo tomo prestada una cita de Martí Perarnau, quien dice que "un equipo es una congregación de fuerzas: futbolistas, entrenadores, hinchas, dirigentes más el contexto en que se encuentran inmersos, contexto compuesto por rivales, periodistas, el azar y el momento que a cada cual le toca vivir".
Para el vestuario crema todo eso parece ser intrascendente. La garra, habrán pensado, hará su trabajo y acabará con las dudas de un colectivo que hace mucho demostró estar perdido.
Sin potenciar virtudes, ni disimular defectos, sin respuestas en el banco, ni carácter en el campo. Sin replanteamientos tácticos, ni arremetidas individuales. Sin dar la cara tras la derrota, ni explicar por qué esto va más allá de una eliminación.
La 'U' demostró ser todo eso que se le critica a un equipo peruano. Apático, sin carácter y con muchas falencias en el juego que dieron por consumada la décima eliminación -de once posibles- en eliminatoria directa por Copa Libertadores.
El futuro es incierto. Roberto Chale tiene el respeto del vestuario, no queda la mayor duda, pero hay veces en que la mejor manera para mejorar es distanciar las partes. Será el tiempo quien decida lo que viene para un equipo que ya tocó fondo.
Porque no es algo de un día, ni de un año. Tampoco de un entrenador, ni un dirigente. Es la respuesta de un grupo que no ha sido cuidado, sino más bien maltratado, y que en el presente demuestra ser un club mal educado.
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