En tiempos del COVID-19 a algunos futbolistas les toca lucharla para llevar el pan a casa. No todos tienen la seguridad de que cobrarán un sueldo a fin de mes. Es el caso de Sheu Obregón, volante que en 2019 destacó en el cuadrangular final del ascenso con Sport Chavelines.
Este año firmó por Deportivo Llacuabamba, pero le ‘jugaron chueco’. Ahí incluso fue presentado como parte del plantel para esta temporada. Solo duró un mes. Ese fue el primer golpe que le dio este 2020.
Luego llegó al ADT de Tarma que se armó pensando en llegar lejos en la Copa Perú y por la pandemia se quedó sin equipo pues el presidente decidió no seguir con el proyecto al ver que el campeonato no se jugaría.
Entonces tuvo que buscárselas, un tío suyo, quien tiene una distribuidora, ‘le dio la mano’ y hoy se gana la vida vendiendo productos de limpieza.
“No te voy a decir que gano millonadas, pero sirve. Es ayuda para la casa. Más que todo por mi hija, pues nosotros como adultos podemos dejar de comer”, contó a Depor.
Productos como alcohol en gel, quita sarro y pino son los que más vende. Él mismo los distribuye en San Martín de Porres, Los Olivos y parte del Callao. Los precios varían desde 8.50 hasta 25 soles.
Le pagaron mal:
La pandemia también estancó su caso en la Cámara de Conciliación y Disputas que tiene con Deportivo Llacuabamba. Firmó por todo el año, pero lo maltrataron: intentaron enviarlo al equipo de reserva, lo ‘pasearon’ haciéndolo viajar de Cajabamba a Trujillo para intentar arreglar, la directiva no se apareció y por recomendación de la Agremiación regresó para que no lo saquen por abandono de trabajo.
El presidente del club incluso lo acusó de ser un holgazán. No pudo responderle. Hasta ahora. “Así como el señor Hernán Saavedra (presidente de Deportivo Llacuabamba) me dijo que yo era un haragán, yo creo que ese equipo está de mal por su culpa. Tú actúas mal con alguien y las cosas te van mal. Si ese equipo baja o desaparece yo mi plata no lo voy a cobrar”, manifestó.
Así siente que lo que vivió en Deportivo Llacuabamba fue lo peor de su carrera. Ni en Copa Perú o la Segunda vivió algo tan complicado.
“Yo pensé que al jugar en Torino había pasado todo. Ahí un año jugamos en Ica, ganamos y cuando regresamos nuestras cosas estaban en la calle, pero la gente te apoyaba. Lo que pasé en Llacuabamba no se lo deseo ni a mi peor enemigo”, dijo.
En todo ese drama conoció un futbolista con una gran trayectoria en el fútbol peruano al que hoy le agradece pues le dio palabras de aliento.
“Sí tengo que destacar es el apoyo que me dio Junior Viza, él me decía ‘esto es así, sigue tranquilo, él fútbol está manchado’. Tengo comunicación con él y siempre le agradezco”, señaló.
Ese es Sheu Obregón, un tipo que a pesar de tantos problemas este año no se ha derrumbado. Su hija es su motor. Ahora vende utensilios de limpieza. Pronto espera volver a las canchas si el COVID-19 lo permite.
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