Semifinales del año 2015. La Universidad Cesar Vallejo recibía a Sporting Cristal en el Mansiche de Trujillo. Iba 2 a 2 y el árbitro cobra un tiro libre casi desde la media cancha a favor de los poetas. Se sumaron al área Cardoza y Ciucci, y Millán decide tirarla. Penny, el arquero cervecero, se adelanta unos pasos y se apropia del balón, luego saca rápido de manos para iniciar la contra y encuentra a que estaba en el rebote. La pelota le llega al jugador de 18 años a pocos metros del medio campo. Gira el cuerpo y deja pasar la pelota para perfilarse de cara al arco contrario. Su primer toque fue para adueñarse del balón y pasar al otro campo, el segundo fue ya en velocidad y lo usó para acomodarse y revisar el panorama. El tercero lo hizo para ganar metros con la pelota cerca a sus pies y como una invitación para que alguien le saliera a la marca. El cuarto lo hizo en tres cuartos de cancha y sirvió para meterse entre Morales y Millán y quedarse solo frente a Libman. El quinto fue la definición cruzada entrando al área. Golazo.

Esos cinco toques fueron una demostración de rapidez, potencia, técnica, habilidad y resolución. El combo completo. Con esa jugada Beto Da Silva se presentaba como un jugador distinto en el medio, como la gran promesa de nuestro fútbol. Ya había convertido buenos goles, como el de media tijera contra Melgar y el que arranca desde su campo frente a Huancayo. Pero como este ninguno.

Con Sporting Cristal jugó ese año 716 minutos y anotó 6 goles. Se despidió por la puerta falsa y viajó a Holanda para incorporarse al PSV. Llegó a Europa con 19 años y con todas las posibilidades de triunfar. Sin embargo, nunca más pudo jugar tanto como en ese 2015 y mucho menos anotar más de 6 goles por temporada. La gran pregunta es: ¿qué pasó con el Beto da Silva que conocimos?

En el PSV no tuvo minutos oficialmente, sólo compitió en el Jong PSV. En el 2017 pasó a Gremio, donde jugó 280 minutos y convirtió un tanto. Después se fue a Argentinos Jrs, allí nunca fue titular e ingresó en 5 compromisos sumando 92 minutos. No convirtió. Luego, pasó por el Lobos BUAP y estuvo 605 minutos en la Liga mexicana y anotó un gol. En su último equipo, el Deportivo la Coruña, tampoco se adaptó y sólo jugo 119 minutos sin gritar un tanto.

¿Qué pasó?

No tiene nada que ver con lesiones ni incapacidad. Yo creo que el delantero perdió cierta confianza al no lograr sus objetivos en Holanda y después nunca pudo adaptarse a ningún otro club. Es como si hubiera estado en todos lados y a la vez en ninguno. A veces nos olvidamos de que el futbolista es una persona como cualquiera de nosotros que necesita sentirse bien para rendir. Y Beto Da Silva nunca encontró la comodidad que tuvo en Sporting Cristal. Por eso, siento que volver al Perú es un paso que su carrera necesitaba.

Alianza Lima podría ser su base perfecta para reagrupar sus tropas, hacerse fuerte y llenarse de confianza para hallar su mejor fútbol. Una temporada completa en un equipo que lo conozca y apueste por él seguramente lo destapará y hará que volvamos a soñar con este futbolista que ahora tiene 23 años y que alguna vez nos deslumbró con un gol que sólo lo pudo convertir alguien diferente.

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