Christian Cueva es jugador libre y más allá de las implicancias legales que arrastre producto de su accidentada salida del Al Fateh árabe, automáticamente el mediocampista se convierte en el objeto de deseo de todo ese universo popular llamado Alianza Lima; equipo del que se ha declarado abiertamente hincha y donde se presume que además de los colores, lo seduce un anhelo feroz de revancha. Con 31 años, una de las piezas más determinantes de la selección peruana en el proceso de Ricardo Gareca, llegaría en plena vigencia; aunque quizá no en la cúspide de su carrera. Precisamente, esto último es lo que preocupa: ¿puede acaso el discreto nivel del fútbol peruano (Liga 1) acelerar los achaques de la veteranía y marchitar el nivel competitivo de quien presumimos es la expresión máxima del “chocolate” que nos llevó de vuelta a un mundial luego de 36 años?