Cuando Paolo Guerrero todavía tenía cuatro años y la curiosidad de su niñez lo llevaba a observar todo con ilusión, hubo un personaje importante en su vida que en muy poco tiempo logró inculcarle el amor incondicional por Alianza Lima, ese sentimiento que va más allá de lo tangible y solo el que lo siente internamente es capaz de describirlo: José Gonzales Ganoza, su tío. Aunque desde 1987 lo observa desde el cielo, una parte de él estuvo el último sábado en el Estadio Alejandro Villanueva para presenciar su debut oficial con el equipo de sus amores. Más que ser el primogénito de su hermana Doña ‘Peta’, siempre lo vio como un hijo suyo. “Él me llevaba a todos lados porque no tuvo hijos varones, tuvo tres mujeres; en todos lados decía que yo era su hijo”, relató alguna vez el ‘Depredador’.
Dejando atrás los conflictos legales con la Universidad César Vallejo –los cuales aún no están resultados del todo y todavía queda tela por cortar–, Paolo Guerrero consiguió su libertad a tiempo y aprovechó el receso por las Eliminatorias 2026 para ponerse en forma. Las más de 25 mil almas que se dieron cita durante su presentación el pasado domingo 1 de septiembre, graficaron una antesala de la fiesta que se viviría un par de semanas después en el partido frente a Carlos A. Mannucci. “Espero yo a final de año poder dar todo mí, dejar todo de mí y al final de año celebrar. No es una ilusión salir campeón, es seguir la tradición”, se comprometió el delantero nacional, mientras los aplausos caían desde las gradas.
Hasta que el día llegó. No se trataba de su primera vez en el colegio, cuando Doña ‘Peta’ lo obligó a madrugar para que no llegara tarde; o cuando Paulo Autuori, consciente de que necesitaba peso ofensivo en La Paz, lo mandó al ruedo con la Selección Peruana ante Bolivia a comienzos de octubre de 2004; o cuando semanas después, tras foguearlo en el Bayern Múnich II, Felix Magath le avisó que ingresaría ante el FC Hansa Rostock para estrenarse con el primer equipo bávaro. Este era un contexto diferente, especial, lleno de una emotividad que se fue cocinando desde hace varias semanas. Desde su llegada al recinto de Matute se respiraba un aroma único.
Si bien se sabía que no estaría incluido en la oncena titular, el entusiasmo de Paolo se notó desde el calentamiento, donde se le vio muy sonriente y disfrutando de cada segundo de un momento que estuvo postergado desde que se marchó de La Victoria cuando solo tenía 17 años. Era como si el destino le estuviera dando la oportunidad de mirar el pasado en retrospectiva, viendo el gramado como si fuera un espejo en donde se reflejaban las paredes que alguna vez hizo con Jefferson Farfán o las indicaciones del siempre acertado Constantino Carvallo. Con 40 años volvía a ser un niño.
Después de la entrada en calor, los futbolistas de ambos equipos ingresaron al terreno de juego con un espectacular show de luces en todo el Estadio Alejandro Villanueva. Mientras Paolo Guerrero se ubicaba junto a Ricardo Lagos en el banquillo de suplentes, Farfán –su compadre de toda la vida– cumplió su promesa y llegó acompañado de Roberto Guizasola para confundirse entre la multitud que copó la tribuna sur. Los cánticos, el aliento, la música y todo tipo de arenga le dio más color a un encuentro que fue esperado por 22 años, desde que ‘PG’ tomó un avión para escribir el primer capítulo de su historia deportiva en Alemania.
El arranque del partido no generó mayor sorpresa, pues se esperaba que Alianza Lima dominara las acciones desde el pitazo inicial y arrinconara a Mannucci contra su propio arco, un equipo comprometido con el descenso y que podría terminar jugando la Liga 2 en 2025. De esta manera, en una acción por la banda derecha, Hernán Barcos engañó a todos –¿quiso centrar?– y colgó a Manuel Heredia para poner el 1-0 a los 24′. Sea como fuere, este tanto no cambió mucho la dinámica del compromiso y el ‘Tricolor’ siguió teniendo dificultados para siquiera inquietar la portería de Ángelo Campos. ¿Paolo? Tranquilo, consciente de que si el partido seguía así no tardaría en entrar –Mariano Solo lo mandó a calentar a los 37′–.
No obstante, en la etapa complementaria la historia cambió radicalmente y a Alianza Lima le costó sostener su juego fluido por el centro, algo que a su vez influyó en la claridad con la que atacaba por las bandas con las incursiones de Juan Pablo Freytes y Marco Huamán. Descontento con lo que veía en el campo, Soso dejó atrás el 3-4-3 y volvió al 3-5-2, colocando a Pablo Sabbag junto a Hernán Barcos en la ofensiva e incluyendo a Ricardo Lagos como un tercer mediocampista. Pese a que con eso intentó corregir su estrategia, el entrenador argentino no dejó de caminar de un lado a otro en señal de insatisfacción.
Hasta que llegó el minuto 71. La hinchada en el predio victoriano sabía que iba a ingresar Paolo Guerrero, por lo que todos se quedaron de pie para poder presenciar este hecho histórico para el club. Con la ‘34’ en la espalda y una sonrisa nerviosa, el ‘Depredador’ tomó el lugar del ‘Pirata’ Barcos y se colocó la cinta de capitán. Restaban poco más de 20 minutos y había tiempo suficiente para que al menos tuviera una chance de gol. Con el encuentro partido y un mediocampo que solo servía para el tránsito veloz, el balón no tuvo un dueño claro y hasta Mannucci se las ingenió para soñar con la épica del empate.
Guerrero solo tocó siete veces la pelota y completó cuatro de los cinco pases que intentó. Por el contexto y el momento en el que ingresó, su tarea fue quedarse como referente de área para culminar algún contragolpe. La chance más destacada se le presentó a los 80′, cuando Pablo Sabbag tejió un pase en cortada para Catriel Cabellos y este tuvo en sus pies la decisión de rematar a portería o habilitar a Paolo. El volante blanquiazul optó por lo primero y su disparo terminó siendo bloqueado por la zaga trujillana. ‘PG34’ no tomó a mal la situación y bromeó con eso tras el partido: “Le dije que me la podía pasar, pero él es como ‘9’, lo tuve en Racing y ensayábamos definición, él define muy bien. Frente al arco es él y nada más que él, eso es importante (risas)”, comentó en diálogo con L1 MAX.
Pese a que el 1-0 dejó muchas dudas para la hinchada victoriana, el triunfo sirvió para que conservaran la punta del Torneo Clausura y se mantuvieran firmes en la lucha por el título de la Liga 1 2024. Desde antes se sabía que el resultado sería lo de menos, pues los focos siempre estuvieron en Paolo Guerrero y todo lo que significó su primer partido oficial con Alianza Lima. Con 40 años le sobra hambre para luchar por el objetivo de campeonar. “Hubiese querido hacer un gol, pero así es el fútbol. Así se presentan estas situaciones, pero lo más importante es volver a jugar”. Consciente de que su carrera deportiva está en los descuentos, este es el contexto propicio para que tenga el cierre que tanto soñó. ‘Caico’ estaría orgulloso al saber que no se equivocó al llevarlo de la mano cuando todavía era un niño. A la larga, el tiempo y la vida le dio la razón. Ayer fuimos testigos de eso.
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