Por Andrea Closa y José Luis Saldaña
Pedro Troglio se recuerda a sí mismo sentado en una mesa de su casa, en Buenos Aires, comiendo un bistec. Frente a él, su papá come solo un pan con mantequilla. En ese entonces, el técnico de Universitario de Deportes estaba en las divisiones menores de River Plate y, debido a la exigencia, debía alimentarse bien. Era humilde, pero Antonio, su ‘viejito’, se sacrificaba por él.
¿Le dedica el clásico?
Mi papá fue muy importante. Fue pundonor y sacrificio constante. Sería injusto no agradecerle. Me acompañaba a mis entrenamientos. Yo no me olvido. Son momentos en los que uno se quiebra.
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¿Qué recuerda de niño?
Cuando hice inferiores en River, en mi casa no había para comer lo que necesitaba comer. Yo recuerdo estar en una mesa, tener un bife para mí y a mi papá verlo comer pan con manteca. No había tres bifes, había uno y me lo compraban a mí. Son cosas que te marcan. Pero fui muy feliz. Vengo de una época donde no había internet. Era feliz jugando con los amigos en la calle.
¿Es sensible?
Soy un tipo duro o me hago el duro por mi trabajo. Mis ‘viejos’ me han dejado buenas enseñanzas. Los vi sufrir y los vi felices cuando un día, hace 30 años, pude decirles que dejen de trabajar, que yo ya podía mantenerlos.
¿Su papá hizo un gran sacrificio?
Mi papá trabajó de todo. Chofer de micro, fábrica de muebles de cocina, en el correo. De todo. Se levantaba a las 5 volvía a las 9.
¿Cómo están?
Él en una etapa difícil. Mi mamá está con cuidados. Cuando uno deja su país, imagina que puede pasar algo, pero a esto me dedico, puedo dar a mis hijos comodidades que yo no he tenido y estoy feliz donde estoy.
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