El camino triunfal de la blanquirroja cambió el chip de todos. Ver, al fin, a una Selección Peruana que derrotaba a cualquier rival en su camino es la mejor de las sensaciones, pero también mandó al baúl a todas nuestras frustraciones tras décadas de resultados negativos. Como un castillo de naipes, un simple golpe podía derrumbar toda la atmósfera. Dinamarca tiró el puño que hizo explotar la burbuja.
El debut de la bicolor pareció un partido suyo en 2004, jugando bien pero perdiendo. El problema es que ese mal recuerdo se expandió hacia los hinchas, quienes hicieron añicos cualquier detalle del partido. Desde los errores frente al arco, los cambios y el penal errado por 'Cuevita', detalle fulminante para vestirnos de jueces para encontrar un culpable.
En verdad, todo lo que vivimos desde el 15 de noviembre de 2017 es gratis. La clasificación al Mundial, pese a no superar nuestros reclamos para mejorar a nuestro balompié, es la meta que todos buscamos desde siempre. Lo que siguió luego del pitazo final ante Nueva Zelanda es un regalo divino que debemos disfrutar. Como todo regalo, debemos poner nuestra mejor sonrisa. No hay nada de qué quejarnos, estamos en una Copa del mundo luego de 36 años.
Eso no quita que hay cosas que Perú debe mejorar en cara al partido ante Francia o que se puede comentar alguna mejora para el equipo. Tampoco podemos ir al extremo de no 'hablar' de un partido que vimos millones de personas en todo el mundo o buscar motivos ilógicos para ilusionar al hincha. El camino que marcó Gareca siempre fue con los pies en el suelo y decisiones efectivas, ese mismo que debemos imitar.
Muchos estamos viendo por primera vez a Perú en un Mundial, entonces ¿por qué no disfrutar que estamos en la fiesta máxima del fútbol por un partido? Este es el momento en que le contaremos a los futuros habitantes del mundo que estábamos vivos en ese momento, y quizás, no querrán percibir alguna frustración o queja fuera de lugar. Buscarán sentir esa ilusión y alegría de la Copa del Mundo.