La Major League Soccer se mostró recargada en el 2019. Tuvo fantasía y mucho show con Zlatan Ibrahimovic y los golazos de media cancha de Wayne Rooney. Nos deslumbraron los amagues de Nani y la velocidad del ex Boca Juniors, Cristian Pavón. Nos encandiló el desequilibrio del “Pity” Martínez y de Ezequiel Barco. Y además nos atrajo la eficiencia de Carlos Vela, que terminó como el mejor jugador de la liga y el máximo goleador con treinta y seis tantos.

Poco le importó a Raúl Ruidíaz todos esos nombres y curriculums y, de hecho, dejó fuera de la final a varios. Raúl no habla inglés ni tiene la misma prensa que los nombrados en el primer párrafo, pero con sus actuaciones y sus catorce goles en el año, se convirtió en el delantero de moda en Estados Unidos. Ruidíaz hoy en Seattle, es el Dios del fútbol.

La ‘Pulga’ mide un metro sesenta y nueve y pesa sesenta y siete kilos. Claramente no tiene ni la talla ni la fuerza de un nueve convencional, pero entiende todo lo que tiene que tener un delantero vivo en cuanto a movimientos, posicionamientos de cuerpo y formas de pegarle al balón. Domina todo y su equipo juega para que él se luzca.

Hace algunos años, Sergio Markarián se refirió al delantero peruano como un “sinvergüenza del área”. Decía el DT uruguayo que la ‘Pulga’ “definía como si usara un bisturí”.Markarián se equivocó en muchas cosas, pero en esta no. El tiempo y Raúl le terminaron dando la razón. Lo del delantero, a nivel clubes en el exterior, ha sido extraordinario. Ha convertido sesenta y ocho goles en sus últimas cuatro temporadas entre Morelia y Sounders. Hace rato que es el peruano con más goles en el extranjero y ahora espera dar el gran salto a Europa para seguir mostrando sus cualidades. “Tengo veintinueve años y todavía está vigente el sueño de jugar en Europa, me gusta mucho la liga holandesa y la portuguesa”, declaró el futbolista en la semana, dejando abierta la posibilidad de que hoy sea su último partido en Estados Unidos.

¿Por qué no rinde en la Selección?

Es innegable que a Raúl Ruidíaz no le ha ido bien con el equipo de todos. Ha jugado treinta y tres partidos en la era Gareca y sólo ha anotado cuatro goles. Las cifras son duras y, para mí, la explicación es clara: Ruidíaz es un definidor exquisito, pero necesita del equipo para destacar. Raúl se siente cómodo en la cancha cuando encuentra sociedades que lo buscan en situaciones apropiadas. Si revisamos sus goles en Seattle Sounders, la mayoría de ellos son tras una jugada colectiva en donde se busca al nueve para que defina cerca al arco. Esto no pasa en la Selección. El conjunto de Gareca se acostumbró a alinear con un delantero como Paolo Guerrero, que no necesita del respaldo de un funcionamiento para sobresalir. En la blanquirroja se busca constantemente al delantero de espaldas y friccionando con los centrales rivales. A Paolo tírasela, que él se las rebusca. A Raúl dásela más redonda que él la mete. Así es la ecuación de la Pulga: Ruidíaz hace mejor al Seattle Sounders y Seattle Sounders hace mejor a Raul Ruidíaz. Eso no sucede en la Selección.

La final

Hoy es un gran día. Hoy veremos a un peruano en una final en el exterior. Esta tarde el Seattle Sounders jugará contra Toronto FC con más de setenta mil personas en el estadio CenturyLink Field. Será la tercera vez en cuatro años que se verán las caras en una final de MLS. Fue un triunfo para cada uno y hoy, esperemos que Raúl Ruidíaz sea el que desequilibre la balanza. Y así como lo hizo Farfán el año pasado con Lokomotiv, o Tapia en 2017 con Feyenoord, Ruidíaz pueda gritar campeón siendo la máxima figura de su equipo. Y además, que pueda seguir demostrando que a pesar de su talla y corpulencia, es uno de los pesos pesados de la MLS.