“El mundo sería un lugar más agradable si todos tuvieran la capacidad de amar tan incondicionalmente como un perro”. Esta frase de la escritora estadounidense M.K. Clinton nos sirve para contextualizar cuán grande es el corazón de estas mascotas, más aún si se trata de una que vivió en el abandono la mayor parte de su vida.
Laura Seymour, una mujer de Virginia, Estados Unidos, conoció un día a ‘Takia’, una perrita que vivió encadenada a una cerca en el lodoso patio trasero de una casa de su vecindario y con la que entabló una hermosa amistad. Fue tal el cariño que sentía por ella que la visitó tres días a la semana durante todo un año hasta que finalmente pudo adoptarla.
“No tenía comida en su tazón. Había escarbado un pequeño agujero en el barro y dormía allí”, dijo Seymour al programa Soulmates del portal animalista The Dodo sobre su primer encuentro con la perrita de raza Akita. Si bien se sintió intimidada al principio por el tamaño de la mascota, la mujer decidió acariciarla y descubrió lo amorosa que era.
“Era la perrita más feliz que haya visto en mi vida”, agregó, pese a que la perrita pasaba gran parte de su tiempo con una cadena alrededor del cuello y en un estado de casi abandono. “No parecía que alguien viviera allí”, señaló Laura. Durante sus alternados encuentros, la relación entre ambas se fortaleció, al punto que la mascota se alegraba ni bien la veía.
Queriendo darle a ‘Takia’ la vida que se merecía, la protagonista de esta emotiva historia contactó a Control Animal para reportar las condiciones deplorables en las que vivía el animal; sin embargo, le dijeron que mientras la mascota tuviera una perrera y agua y comida a su disposición, su intervención no era necesaria.
“Llovía, nevaba y ella simplemente dormía en el lodo”, precisó y, cuando el verano estaba a punto de llegar, Seymour comenzó a preocuparse por ‘Takia’ y su habilidad para sobrevivir al inclemente calor. Ese fue el momento en el que volvió a llamar a Control Animal y ellos le informaron al día siguiente que el dueño había renunciado a su tenencia.
“¿Conoce a alguien que quiera hacerse cargo de la mascota?”, le respondieron, a lo que ella se ofreció de inmediato para acogerla en su hogar y darle la segunda oportunidad de vida que se merecía. Ahora, ‘Takia’ duerme en la cama de Seymour y es libre de correr libremente, dejando atrás los días que pasó encadenada a una cerca.
“Pensé: ‘¡Santo cielo! Es como si fuera un perro completamente diferente’”, reveló la ahora orgullosa dueña de la perrita, añadiendo que siente que tuvo suerte poder adoptar alguien tan adorable como su peluda bebé de cuatro patas. “Ella tiene algo que no sé cómo describir. Realmente fui muy afortunada de tenerla”, precisó.