Michael J. Fox es un exactor canadiense-estadounidense que se hizo un nombre en la industria del entretenimiento tras protagonizar la exitosa saga “Back to the Future” o “Volver al futuro” (1985-1990) y la serie televisiva “Family Ties” (1982-1989); sin embargo, cuando se encontraba en lo más alto de su carrera, en 1991, fue diagnosticado con párkinson precoz e hizo pública su enfermedad en 1998.
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Debido a que los síntomas se hicieron más severos, se alejó del mundo de la interpretación, aunque continuó trabajado principalmente como actor de voz en películas como “Stuart Little” y “Atlantis: el imperio perdido”, además de haber tenido papeles menores en algunas series televisivas.
Aunque abandonó lo que más le apasionaba, decidió salir adelante y convertirse en activista por la cura de dicha enfermedad neurodegenerativa, algo que lo llevó a crear The Michael J. Fox Foundation. A la par editó tres libros: “Lucky Man: A Memoir” (2002), “Always Looking Up: The Adventures of an Incurable Optimist” (2009), “A Funny Thing Happened on the Way to the Future: Twists and Turns and Lessons Learned” (2010) y “No time like the future” (2021).
Precisamente sobre su última publicación, el histrión nacido el 9 de junio de 1961, quien no ha escondido el Parkinson que padece, ha decidido ir más allá y referirse al mal con el que convive hace tres décadas; no solo ello, ya que habló sobre la muerte, de la cual dijo no tenerle miedo.
¿QUÉ DIJO MICHAEL J. FOX SOBRE LA MUERTE?
Pese a los momentos difíciles que le tocó vivir por la enfermedad, Michael J. Fox siempre se ha mostrado positivo y está seguro que algún día se descubrirá la cura para el Parkinson, aunque duda que sea cuando él aún esté en esta tierra.
“Como escribí en mi último libro, ahora estoy fuera del negocio. Soy muy franco con la gente acerca de las curas y cuando me preguntan si me libraré del Parkinson en el transcurso de mi vida, digo: ‘Tengo 60 años y la ciencia es difícil. Así que no’”, señaló en noviembre de 2021 en una entrevista a AARP, una organización sin fines de lucro que permite a las personas elegir cómo vivir a medida que envejecen.
Respecto a la muerte, el actor de Marty McFly fue contundente y señaló que la gratitud por todo lo que ha experimentado estos años es lo primordial, por lo que se considera “un tipo feliz”.
“No tengo un pensamiento morboso en la cabeza: ‘No le temo a la muerte. En absoluto’. Pero a medida que atravesé esa oscuridad, me acordé de mi suegro, quien había fallecido y siempre defendió la gratitud, la aceptación y la confianza; y comencé a notar cosas por las que estaba agradecido (…). Llegué a la conclusión de que la gratitud hace que el optimismo sea sostenible y si crees que no tienes nada por lo que estar agradecido, sigue buscando porque no solo recibes optimismo. No puedes esperar a que las cosas sean geniales y luego estar agradecido por eso. Tienes que comportarte de una manera que promueva eso”, manifestó.
Por tal motivo, aconsejó a quienes tienen Parkinson que vivan tranquilos y felices, ya que se puede vivir con la enfermedad. “La gente a veces dice que un pariente, un padre o un amigo murió de Parkinson. No te mueres de Parkinson, mueres con Parkinson. Porque una vez que lo tienes, lo tienes de por vida, hasta que podamos remediarlo y estamos trabajando arduamente para lograrlo. Entonces, para vivir con eso necesitas hacer ejercicio y comer bien”.
¿CÓMO FUERON LOS PRIMEROS AÑOS CON EL PARKINSON?
Antes de retirarse de la interpretación, Michael J. Fox protagonizó la serie “Spin City” (1996-2002), con la que ganó un premio Emmy y tres Globos de Oro. Pero durante la cuarta temporada, su enfermedad no le permitió seguir y tuvo que renunciar el año 2000. El actor contó que en aquella época sufría mucho y su enfermedad era notable. “Mi personaje no tenía párkinson”, dijo y aseguró que ya no podía aparentar ante cámaras que era alguien completamente sano.
Tras dejar la actuación, se dedicó a su familia y fundación, aunque reconoce que en un inicio todo fue muy difícil, pero gracias a su esposa Tracy Pollan pudo salir adelante. Según recuerda, ni bien le diagnosticaron la enfermedad, él no quiso aceptarlo, por lo que decidió no hacerlo público por siete años y mientras guardaba su secreto, se refugió en el alcohol. Por fortuna su pareja no lo dejó solo y lo ayudó a salir de ese hoyo.
Lo que vino después fue asumir el Parkinson que padecía y empezó a trabajar en él, al tiempo de darse cuenta que había vivido por un tiempo en un mundo de egos, al cual le dijo adiós y comenzó a valor los papales y trabajos más pequeños. “Han pasado 30 años y a estas alturas estoy más o menos hecho a la enfermedad. Hace tiempo que asumí que no tengo el control sobre mi cuerpo y comprendí que lo principal era hacer acopio de adaptabilidad y resiliencia”, contó a AARP.