Puede parecer absurdo, pero nunca antes como ahora uno puede sentirse tan seguro de afirmar que Lionel Messi es el mejor del mundo. Ya no es que lo digan todos y nada más, no se trata de los medios o de las redes sociales, se acabaron las riñas existenciales sobre si es él o Cristiano Ronaldo; ahora -por fin- hay un título oficial que certifica su reinado sobre el planeta. Lionel Andrés Messi Cuccittini, nacido en Rosario un 24 de septiembre de 1987, es campeón del mundo como lo fue en 1985 Diego Armando Maradona. Y es que siendo Messi no bastaba con alzar la Champions League, el Mundial de Clubes, la Intercontinental, la Copa América o siete Balón de Oro; hacía falta el trofeo absoluto, el podio mayor, la última gran hazaña que lo haga merecedor, finalmente, a los 35 años, de ser el más grande de todos los tiempos.
Pero la grandeza, como todo acto que se jacta de ser heroico, no tenía reservada para él un camino sencillo. Todo lo contrario. Como si se tratara de una película de Hitchcock, el primer acto fue un guiño perverso a la tragedia: derrota sorpresiva ante un minúsculo Arabia Saudita un 22 de noviembre.
Primer acto: el golpe y la promesa
El imponente estadio de Lusail suponía el escenario ideal para que la Argentina de Lionel Messi haga frente a su primer partido en Qatar 2022. El oponente se apetecía como la presa ideal para una fiera que llegaba con la mira puesta en la final. Arabia Saudita aparecía en la antesala como un problema menor, pero Saleh Al Shehri y Salem Al Dawsari se encargarían de derribar con dos goles espectaculares el exceso de felicidad albiceleste.
El golpe emocional que propiciaría ese partido en el hincha argentino se elevaría a la máxima potencia por la forma: de arranque gol de Lionel Messi, de penal, y luego el drama de no poder ampliar diferencia, para luego aguantar un empate monumental en los descuentos del primer tiempo y en el arranque del complementario, otro gol magistral para cerrar la remontada árabe.
La derrota sobresaltó a los argentinos, pero fue en esa primera crisis que Messi cumplió el rol de líder. Cuando la coyuntura obligaba a buscar culpables, el ‘diez’ salió a dar la cara y con convicción planteó la fórmula que, sin saberlo, los haría campeones mundiales días después. “Lo vamos a levantar más unidos que nunca, este grupo es unido. Es una situación que hace mucho no nos tocaba pasar. Ahora tenemos que demostrar que somos un grupo de verdad”, dijo el capitán en tono de promesa. Y así fue.
Segundo acto: Messi, Messi, Messi...
Para el segundo partido del Grupo C, Lionel Scaloni hizo cinco cambios. El rival era un México urgido de un buen resultado y con antecedentes que hacían pensar con un reto mayor. Felizmente, Lionel Messi había preparado uno de sus grandes repertorios para recomponer el camino.
El partido podría ser narrado, pero desde el minuto 63 también puede verse como un poema. Ahí es que Messi, tras más de una hora intentando por todos lados romper el cero en la portería del ‘Memo’ Ochoa, toma la pelota fuera del área y enfila como tantas veces lo hizo en sus mejores años en Barcelona y saca el latigazo de izquierda que, aunque lo hiciera en cámara lenta, no habría forma de detenerlo. Magia pura de Messi y asistencia precisa de Di María.
Luego aparecería Enzo Fernández para, a tres minutos del final, moverse como Maradona dentro del área y poner el 2-0. Otra vez Messi en la foto, aunque ahora como asistente. En partido vital, el ‘diez’ asumió la responsabilidad y se puso el equipo al hombro. Respondió desde su posición de líder, pero también fue el héroe.
Tercer acto: la alegría máxima
Por si hay necesidad de comprobar que Lionel Messi es humano, basta con entrar a Youtube y buscar el triunfo de Argentina sobre Polonia por 2-0. Llevar el cursor al minuto 39 y darle play. La escena es más o menos así: Szczęsny frente a Messi y desde el punto penal, el argentino remata esquinado, pero el portero polaco ataja a mano cambiada. Resignado, con el mentón hundido hacia el pecho, Messi trota mientras los polacos lucen extasiados.
De ese partido queda también el retrato de Messi y Lewandowski disputando una pelota. El video de esa jugada se hizo viral por días. Lio no anotó, pero fue el combustible para que Argentina no cesara de atacar hasta que, casi por inercia, llegaran los goles de Mac Allister y Julián Álvarez para un contundente 2-0.
Con ese resultado se aseguraron el primer lugar del grupo y evitar a Francia en octavos. Tras la victoria, Messi volvió a lucir su liderazgo con su discurso: “Quedé con bronca por haber errado el penal, pero tras ese error mío el equipo salió fortalecido. Estaba convencido de que íbamos a ganar, era cuestión de que entre el primero”.
Cuarto acto: Mil veces Messi
Australia sería el rival a vencer en octavos de final. Otro gran susto después de Arabia. Un 2-1 ajustadísimo que volvió a tener de protagonista a Lionel Messi con un gol. Otra jugada muy típica del diez argentino en el borde del área y el remate suave y esquinado imponiéndose sobre dos defensas y el estirón inútil del arquero para romper la paridad. Messi marcaba así su primer tanto en un partido eliminatorio de una Copa del Mundo en un partido histórico porque también significaba su juego número mil a nivel profesional. Luego llegaría un error enorme del portero Ryan que Julián Álvarez aprovecharía para cobrar el segundo.
Parecía fácil, pero a los 76 un autogol puso en aprietos a la albiceleste, que tuvo terminó pidiendo la hora.
Quinto acto: ‘Dibu’ y el drama
Ante Países Bajos fue una proeza descomunal la clasificación argentina, que hasta siete minutos antes del final vencía cómodamente por 2-0 gracias a los tantos de Nahuel Molina y Lionel Messi. Hasta que a los 83 apareció Weghorst para el descuento y en tiempo cumplido se decretaría un milagro de laboratorio: tiro libre y jugada preparada para un impensado 2-2.
En los penales, ‘Dibu’ Martínez se erigiría como la gran figura al atajar dos penales y condicionar el duelo para una sufrida victoria argentina que se decretaría en el último remate, el de Lautaro Martínez.
Sexto acto: goleada y récords
Para semifinales el rival a vencer era Croacia, la brutal Croacia liderada por Luka Modric. Allí aparecería otra vez Messi, esta vez para marcar su quinto gol en el torneo y abrir el camino a la victoria final de 3-0 gracias a otro doblete de Julián Álvarez, el chico maravilla de Scaloni.
El triunfo holgado fue una demostración de muy buen fútbol por parte de Argentina, pero también significó cuatro récords más para Messi, quien llegó a 25 partidos en Copa del Mundo y superó a Lothar Matthaus (24). También sumaría 17 victorias igualando a Miroslav Klose y quedaba a un tanto de Pelé. Ah, y superaba a Batistuta como máximo goleador argentino en los mundiales con 11 tantos. Nada menos.
Último acto: el mejor de todos los tiempos
Fue la final soñada para cualquier amante del fútbol. Un 3-3 entre Argentina y Francia en el que Lionel Messi anotó un doblete y Kylian Mbappé, un hat-trick. Dos goles en el suplementario y una definición por penales que otra vez tuvo al ‘Dibu’ de figura. Por si fuera poco, Argentina vencía 2-0 y los galos igualarían en dos minutos con un penal y una definición exquisita del Kylian.
El último penal le perteneció a Gonzalo Montiel, quien remató esquinado y venció a Hugo Lloris para desatar la alegría argentina luego de 36 años de espera. Un triunfo que, además, consagraba a Lionel Messi.